Sinopsis

Afganistán es un país sumido en rivalidades tribales, guerras coloniales y conflictos geopolíticos. Los afganos siempre han llamado a sus montañas “la tierra de la rebelión”.

De entre el caos y el conflicto persistentes nacen estas imágenes de una belleza sobrecogedora. El distinguido fotógrafo estadounidense Steve McCurry ha viajado de forma regular a Afganistán durante más de 40 años: él es posiblemente el que más ha trabajado en la región.

Su famoso retrato de 1984, Niña afgana -triste e inquietante, y al tiempo reflejo de una enorme elegancia y dignidad-, apareció en las portadas de revistas de todo el mundo y quizá sea su obra más impactante. Al igual que sucede en gran parte del trabajo de McCurry, la imagen tiene una calidad intemporal, pictórica, totalmente ajena al telón de fondo de la tormentosa región en la que fue tomada.

McCurry ha vivido expuesto a los peligros que son parte inevitable de la vida de aquellos fotógrafos que siempre andan “en la carretera”. A menudo se ha aventurado en territorio hostil; por lo general, asumiendo un enorme riesgo: en su primer viaje a Afganistán, en 1979, se vistió con ropas afganas para cruzar ilegalmente la frontera con Pakistán.

El fotógrafo haría muchas veces ese viaje a una tierra traicionera e impredecible con la presencia consecutiva o simultánea de muyahidines, rusos o talibanes. Muchos otros han seguido sus pasos. Pero ninguno ha vuelto con un trabajo tan impecable.