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El año 2005 podía haber sido clave para reformar el sistema multilateral y de seguridad colectiva. Sin embargo, en el balance del año hay más sombras que luces y se han perdido oportunidades históricas para afrontar los desafíos comunes de gobernanza, paz y seguridad, cohesión social y preservación de la biosfera que amenazan al conjunto de la sociedad internacional. Muchas propuestas perfectamente viables no salieron adelante debido a una conjunción de pretensiones hegemónicas, intereses de corto plazo, falta de voluntad política y recelos sobre las agendas de los actores implicados. Estos escollos reflejan tendencias de largo plazo, más patentes tras el 11-S aunque sus antecedentes se remontan a mucho antes. Entre ellas, cabe destacar el debilitamiento del sistema multilateral, amenazado por el unilateralismo: la crisis de la hegemonía de Estados Unidos, un país con muestras de debilidad en distintos planos, especialmente en su legitimidad; la erosión de la democracia y los derechos humanos como consecuencia de la "guerra contra el terrorismo"; la Unión Europea, que no parece capaz de asumir su liderazgo