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Mark Boyle se atrevió a hacer una pausa y dar un cambio radical a su vida. Sin agua caliente, coche o electricidad, ni ninguna de las cosas que funcionan con ella: internet, teléfono, lavadora, radio o bombillas. Solo una modesta cabaña de madera en un pequeño terreno en Galway. Este es el retrato, lleno de lirismo y sinceridad, de una vida sin tecnología. De una existencia reducida a lo más elemental.