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El rey Curro tenía orejas de burro y su barbero
era el único que lo sabía. Incapaz de mantenerse
en silencio, decidió cavar un agujero y ocultar
su secreto bajo tierra. Allí nació un cañaveral,
del que un titiritero cortó una caña para hacer
su flauta. Cuando comenzó a tocar sonó, como
por arte de magia, una melodía que decía: El rey
Curro tiene orejas de burro...
Este cuento se inspira en el mito del rey Midas,
y juega de modo humorístico con un personaje
que no acepta su defecto físico. En el desenlace
el monarca acaba por descubrir su condición y,
felizmente, librarse de la molestia y la carga del
secreto.