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La intimidad concierne al territorio de la experiencia que no tiene que ser
obligatoriamente explicada, o aun al ámbito de lo inexpresable. Aunque el
espacio íntimo no esté necesariamente vinculado solo al espacio privado y
doméstico, este no le es del todo ajeno. El espacio de la intimidad nace
también con la conciencia del pudor, con el secreto, con la necesidad de
habitar un lugar oculto. Los espacios de intimidad no se remiten únicamente
al habitar aislado, surgen también como resultado de la vida en común, de la
vida vivida con el otro. Asimismo, el espacio de la intimidad no es únicamente
un espacio de proyección individual, sino que puede ser también espacio de
confrontación con otro, el otro que es cercano, familiar o cómplice. Los espacio
íntimos son los habitados sin máscara o protocolo. Son los lugares del
desnudarse. Son los lugares de lo profundo, de lo recóndito, de lo intrínseco.