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LA VIDA COTIDIANA DURANTE EL ESTALINISMO
Título:
LA VIDA COTIDIANA DURANTE EL ESTALINISMO. CÓMO VIVÍA Y SOBREVIVÍA LA GENTE COMÚN EN LA RUSIA SOVIÉTICA
Subtítulo:
Autor:
FITZPATRICK, SHEILA
Editorial:
SIGLO XXI
Año de edición:
2019
Materia
HISTORIA
ISBN:
978-987-629-950-3
Páginas:
378
Encuadernación:
Otros
Disponibilidad:
Sin existencias.
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Sinopsis

Este es un libro acerca de la vida en la Rusia urbana en el apogeo del estalinismo. Trata de viviendas comunitarias atestadas, de esposas abandonadas y esposos que no pagaban los alimentos de sus hijos, de falta de comida y ropa, de colas interminables que consumían la jornada de las amas de casa. Trata de la queja popular ante estas condiciones y de cómo reaccionó el gobierno. De los laberínticos trámites burocráticos que convertían la vida cotidiana en una pesadilla, y de las formas en que los ciudadanos de a pie intentaban eludirlos, entre ellas el sistema omnipresente de influencias y conexiones personales. Trata de lo que significaba ser un privilegiado en la sociedad estalinista, o uno de los tantos millones de marginados o parias. Trata de la vigilancia policial y las epidemias de terror.


Sheila Fitzpatrick revela cómo, entre fines de los años veinte y comienzos de los treinta, al calor de los planes de industrialización rápida y la colectivización de la agricultura, se produjo una desarticulación social masiva, con el desplazamiento de millones de campesinos a las ciudades y el pasaje de una economía de mercado a una basada en la planificación estatal centralizada. El Estado se convirtió en un regulador incansable de la vida y en el único distribuidor de bienes. Surgió así el Homo Sovieticus, una especie cuyas habilidades más desarrolladas incluían "cazar y recolectar" en un entorno urbano marcado por la escasez. Para eso movía contactos; era un operador, un oportunista, pero por sobre todas las cosas un sobreviviente.

En el marco de un Estado revolucionario que lideraba el derrumbe de las viejas jerarquías y los viejos valores, muchos –en especial la juventud urbana y los jóvenes campesinos escolarizados que accedían a posiciones antes reservadas a una élite– aceptaron el sacrificio porque veían en el socialismo un proyecto modernizador y un horizonte utópico, la única vía para superar el atraso y alcanzar el porvenir.