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«El problema lingüístico navarro está estrechamente vinculado a su historia política. Mientras Navarra fue reino independiente, la mayor parte de su población tuvo una lengua natural propia del pueblo. Cuando Navarra dejó de ser un reino o estado independiente y soberano, para convertirse en provincia española, la pérdida de la personalidad política que ello comportó repercutió inmediatamente en el retroceso de la lengua natural.
Lengua popular mayoritaria, jamás escrita ni usada oficialmente hasta nuestros días. Contra ella desataron sus fobias los poderes públicos durante el siglo XVIII. Los receptores de los tribunales impusieron el castellano en pueblos vascongados; fue proscrita en las escuelas y sancionados los niños que la usaban. Por orden del conde de Aranda [?] fue prohibida ?toda impresión en lengua bascongada? (1766).
A pesar de todo, gran parte del pueblo navarro siguió expresándose en su lengua materna en Artica, Zizur y Esquíroz, en Yerri, Guesálaz y Lumbier, y en Pamplona. Hasta el siglo XIX en que la represión unas veces sutil, y descarada otras, fue asfixiándola. Ahora los motivos, pretexto más bien, serán políticos.
Afortunadamente cada vez hay más navarros, singularmente jóvenes, conscientes de ser depositarios de un legado excepcional, la lengua vasca, tesoro que no sólo hay que preservar, sino valorar y amar, defender, impulsar, aprender y usar. Porque, por encima de ideologías políticas, es nuestra lengua.»
J. M. J. J.